domingo, 7 de marzo de 2010

Finitos Malabares

- Al levantar los vasos, los borrachos descubren mujeres anoréxicas desplegables. Estas mujeres son pequeñas y viven en el diámetro de las copas. Tienen el cráneo unido al fondo de cristal y los pies pegados a la barra. Al erguirse, desdoblan una compleja anatomía de pliegues. Estiran hasta el último hueso para llegar de una sola pieza hasta la boca que bebe. Durante el sorbo, se llenan de aire y cuando los borrachos vuelven a pegar el cristal a la madera, emiten un sonido de acordeón al aplastarse. Sin ser conscientes de ello la hilera de borrachos compone una melodía. Cada trago es una nota.

- El estómago se le hundió en un túnel que se excavaba a sí mismo. Se llevó horas conduciendo através de él. Olvidó hacía dónde se dirigía, por qué aceleraba. Pasaron algunos días. Ninguna montaña era tan grande. ¿En qué lugar del mundo se encontraba? A veces creía ver estrellas. A lo mejor aquellos túneles habían sido construídos para negar el día. Se salía de uno por la noche y se entraba en el siguiente mucho antes de que amaneciera. ¿Le ocurriría a otros lo mismo? ¿Habría quién echase de menos la noche en lugar del día? Decidió parar el coche. Esperó un tiempo, durmió y volvió a conducir. Nada. Aquella sincronía entre los túneles y los astros le pareció un laberinto imposible. No importaba la potencia del vehículo, el tiempo de conducción. Las medidas se transformarían para condenarle. Al cabo de un tiempo volvió a ver las estrellas y decidió deternerse. Iba a esperar a que saliera el sol. Ningún laberinto podría impedir eso. Y justo cuando creyó que empezaba a clarear y a ver el color de las cosas, sintió una repentina y violenta punzada en el estómago.

2 comentarios:

  1. Este texto es maravilloso, chico. Es sencillamente maravilloso. Y empezó a clarear.

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  2. Este texto es maravilloso, chico. Es sencillamente maravilloso.

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