lunes, 30 de noviembre de 2009

Mujeres, hombres y viceversa



¿Por qué todavía nadie ha hablado sobre ésto?

(PINCHAD EN LA IMAGEN PARA DESCUBRIR LA MAGIA DE LA DERECHA)

Pasad de la caída, fíjaros en esa señora que cose en la esquina...
¿Es que nadie se lo pregunta? ¿Quién ha sido el genio, quién nos ha colado esa manopla surrealista en la telemesa? Una abuela lynch ahí en medio, como si fuera parte del decorado, una abuela que cose ajena a todo. Esa poesía. Abre botellas. ¿Y si todo este tinglado de sofáses y modelos porno estuviera en la cabeza de esta anciana? Que "Mujeres, hombres y viceversa" fuera en realidad la proyección de un recuerdo senil y nostálgico de esta señora, un recuerdo entretejido en ese punto de cruz eterno. ¡Ya existió "Mujeres, hombres y viceversa", ya fue emitido este programa, este babero familiar, lo que vemos ahora es el recuerdo de la anciana en su salón! ¡Pero hay más, hay más! Me aventuro a sugerir la posibilidad de que esa anciana en realidad sea Enma García, la presentadora, veinte o treinta años más tarde, ya entrada en las carnes de la muerte, desde el futuro, evocando y recapitulando su vida de micrófono, y se nos cuela esta paradoja en forma de mesa y lana, esta contradicción cuántica que gracias a dios tiene cuerpo de señora muda. Así de frágil es el equilibrio del universo. Los poemas de Telecinco.
De momento estamos a salvo, nadie parece preguntarse qué hace ahí esa señora, esa Enma del futuro. Nadie la ha distraído de su tarea cósmica. El tapiz de la realidad está en sus manos.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Chain

La realidad no supera la ficción, se parte el culo. Se parte literalmente y de dentro salen gentes con cabeza de flor. Pensadlo bien: un montón de tallos, una jaula de tallos enormes y no saber si respiras por el culo. Y que la cabeza se te mueva sola según la posición del sol. Imaginad las conversaciones: conversaciones con mareas.
Ejemplo práctico. Uno llama a un chino. Es decir, llama a un restaurante chino para hacer un pedido. Ya sabéis, ese folclor, eso que consiste en decir "rollito de primavera" y alguna cosa detrás. Pero pongamos que uno quiere preguntar por el menú, informarse. La conversación detallada:

- Hola, buenas noches.
- Hola, buena noche.
- Para hacerte un pedido.
- Sí.
- ¿Tienen menús?
- Sí, menú con lo que usted quiere.
- ¿Qué llevan los menús?
- Lo que usted quiere.
- ¿Cuál es el pedido mínimo?
- Lo que usted quiere, lo que pida. Si dos menú, dos menú, usted ha dicho.
- En el anuncio pone 10 euros.
- Bueno, sí - pausa-. Usted quiere menú con tallarine, ha dicho ¿verdad?
- Bueno, voy a consultarlo.

Y cuelga. Por alguna razón es un caso real, sale en las páginas amarillas.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Biolanzarote

Eh, trapecios. Venid aquí, mirad mi hocico. Mirad cada vestigio de la aurora. Hoy vamos a hablar de algo que está lleno de cristales, algo jodido. Algo que quema, como un sándwich que no te comes y si te comes da hambre. Hoy vamos a hablar de la violencia, queridos amigos del misterio, querido valle.
La violencia es como una tarta llena de patas. Cada pata da una hostia. Es interesante que la diferencia entre caricia y hostia está en el grado (y la religión). Eh, no os despistéis, dejad de bailar. Mi correo es me aburro. El caso es que cada una de las patas está llena de muñones. Y los muñones tienen bocas. No es agradable. Es como un político si se comiera la ducha, hasta acabar por los azulejos. El caso es que las bocas lloran, y uno ve llorar a los monstruos.
Así que esto hace crunch - crunch, paw - paw, bang - bang, bim-bam-bum, lim-lima-limón, calipo, luna, te quiero, y te quiero crashear. Imaginaos una ducha de cosas con las que te chocas, juguetes o retrovisores. Imaginaos prender fuego a una cuna. Imaginaos esa tarta con tallos y patas con muñones que aprietan el hociquito (rosa) y entonces cantan con un mohín y luego lloran como una pera. Os haría un dibujo, pero no quiero.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Propoust

Ey, ey, ey. Tenemos un concepto, el "bagy-bagy", que desarrollaremos muy pronto, y también contaremos anécdotas como zonas residenciales en el intestino de un camello. Pero ahora bien, les traemos una propuesta.

La pregunta, queridos quereses, es: ¿os gustaría que hiciéramos de cada post un estreno? Con horarios, palomitas y todo, aunque falle. Aunque luego no ocurra, ¿pero lo hacemos? ¿quién se pide el palco?

domingo, 8 de noviembre de 2009

Business

Voy a montar un negocio. Una tienda de ver la televisión. El cliente llega, paga, se sienta y mira la pantalla y lo que quiera que sea que estemos echando, si es que, incluso, está encendida. Fácil y sencillo.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Las aventuras de Gaspar Noe (I)

Las aventuras de Gaspar Noe

Capítulo 1: Las suelas

"ópera de martillo
en la edad del agua"
Lola Crespo


Gaspar Noe iba caminando por la Gran Vía una soleada mañana brasileña.

Un hombre unicejo se le acerca y se le queda mirando. El hombre esboza una sonrisa compasiva. Una sonrisa de buda. Gaspar no cambia su expresión. Lo mira serio, con desinterés. "Qu'est-ce que tu veux?" El hombre se le acerca todavía más y señala su entrecejo peludo.
"Es un puente."
La risa del hombre resuena en toda la avenida. Y después son los ecos de la risa del hombre que resuenan en toda la avenida. Primero resuenan como una huída en masa de prostitutas de tacón. Luego resuenan como un claqué de pisar uvas. Y finalmente los ecos resuenan como un perro callejero sacudiéndose el vino de un vagabundo. Maracas. Este perro es usado por un vagabundo como esponja natural para transportar líquidos.
Después de reírse , el hombre da media vuelta y en lugar de alejarse, empieza a caminar hacia atrás, de espaldas, empujando al pobre Gaspar y despidiéndose con una sonrisa. Es la sonrisa la que se despide con una pequeña manita de porcelana asomando de la comisura.

Gaspar Noe empieza oa bsesionarse con la idea del entrecejo como puente.
Es como el día en que se dió cuenta de que sus pies no podían pisar solo suelo. Por un extraño motivo sus huellas no soportaban la idea de verse solas con el asfalto y el señor Gaspar Noe tuvo que aprender a caminar por el mundo matando una cucaracha por pisada, aplastando mierda a cada paso, pisando, en fin, todo tipo de minas casuales y de una refinada variété política. Sus huellas eran verdaderas improntas de arte contemporáneo.

La vida de Gaspar Noe estaba llena de asteriscos. Palabras con estrella*. Palabras con solecillo*. El problema es que solo estaban los asteriscos. No venían las definiciones, las aclaraciones a pie de página. Es vox populi que también se dan los casos contrarios: Gente llena de definiciones y de conocimientos y que, sin embargo, buscan desesperadamente las palabras estrelladas que los designen. Aunque la mayoría de las personas somos un conjunto más o menos equilibrado de asteriscos, es cierto que existen estos casos radicales. Gaspar Noe era una de ellos.

Pero aquel hombre, el puente, el entrecejo... Aquel había sido uno de los asteriscos más enormes de los últimos años.
Pobre Gaspar, antes de convertirse en un ser oscuro, en uno de esos calvos de discoteca, antes de que siempre sudara frío, solo era un niño inocente que miraba las estrellas:

"¡Es un hotel, el cielo es un hotel muy lujoso, un hotel de miles de estrellas!"

¡Jajajaja! Qué inocencia, cuánto barquito de nuez.

Hasta que un día compró dos peceras. En una puso cien lagartijas a las que cortó las colas. En la otra vació la montaña de colas vibrantes. Después de varios días mirando las dos peceras, llegó a la extraña conclusión de que cada pecera contenía un animal diferente. Ahí empezó todo. Con aquella distinción psicópata. El primer bigote.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Optigrill tres caricias

Los chinos son una mafia. Los restaurantes. Los restaurantes chinos, en verdad, son una mafia encubierta. Tú llamas, pides un rollito de primavera o un testículo de ladrón cocido en optigrill, y el chino llega a tu casa con bolsas que tienen gatillos. Te apunta y te podría matar. Tiene mala leche, pero mucha educación. Te roba lo que tienes y, a veces, te da de comer.
Esto pasa siempre, aunque nadie se dé cuenta. Un día te preguntas dónde está el reloj, y piensas en agridulce.

Lo mejor de todo, es que no podemos dejar de llamar a un chino. Cada minuto, alguien hace un pedido, aunque ese minuto sea a altas horas de la madrugada. El estómago no entiende de edredones. ¿Por qué no podemos dejar de llamar a un chino? Porque tenemos la esperanza de que se porten bien, nos traigan la comida y no se lleven nada. Realmente.


Un extra culinario: un restaurante donde pidas lo que pidas, todo sepa igual. Todo. Un bistec y una ensalada tres quesos.

domingo, 1 de noviembre de 2009

CHIQUITITA VON TYSSER

Hoy jaulas de carne. Hoy traemos jaulas de carne para los leones. Pequeños sueños de preso. Hombres con la grasa por fuera. De eso estamos hablando: Sillas eléctricas de broma. Un letrerito de "BANG" que sale disparado del respaldo. Risas. Palmaditas en la espalda. "Que no George, que no. Jajajá." Risas de tres sílabas, reír con los hombros. Jajajá. "No, venga George, pasemos a la de verdad ¿No?" Colegas de la milla verde. Un último sopapo negro. De eso estamos hablando hoy, de un buitre de coco, de una CHIQUITITA VON TYSSER.
Vamos a pasar a la reseña de la película de hoy. Una de Antena 3 Televisión (Añadir "Televisión"). Es la típica secuencia del niño jugando a la pelota. La pelota se le escapa y vota hacia el malo-secuestrador, hacia el bosque de la bruja, y entonces el villano coge el objeto de juego y habla con el niño, le lava el cerebro para que crea que su madre es una PUTA. Bueno, esa secuencia ¿Vale? Pues la madre está hablando con el NUEVO NOVIO, el chico joven que le va a dar una nueva vida, un hombre hecho con notas de piano. Y de repente la madre-paranoia suelta la siguiente perla: "La pelota. Ya no la escucho".

Pues bien, pues bien: Propongo que en lugar de la secuencia que continúa en la película real donde la madre y su NUEVO NOVIO corren desesperados en busca de su hijo, a "La pelota. Ya no la escucho" le siguiera un plano muy sencillo del niño votando tranquilamente la pelota pero sin que ésta emitiera ningún tipo de sonido. El niño miraría a su madre con cara de "¿Qué quieres mamá?" mientras la pelota va y viene como un yo-yo silencioso. Sería un plano muy largo con contraplanos de la madre muy rápidos, casi imperceptibles.

Bueno ya está, esa es la reseña de hoy. El bingo wing de hoy. Una colonia de garage.